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En uno de los estudios educativos en artes más referenciales de nuestra cultura contemporánea, Educación por las artes -1943-, el poeta y crítico de arte Herbert Read sostenía la importancia de recuperar y modernizar una de las tesis más hermosas que Occidente ha generado sobre su propia actividad artística, esto es, que las artes debieran ser uno de los elementos troncales y vertebradores de la educación en general. La tesis que este autor británico deseaba restablecer fue formulada con muchísima anterioridad por Platón. Desde entonces, y hasta el día de hoy, no ha sido más que eso: una hermosa tesis. Sin embargo, no por ello dejamos de apreciar el valor que representa, y actualmente  no son pocas las voces que abogan por esta misma idea a la que se ha llegado a través de muy distintos caminos, enfoques y conocimientos. Se trata pues, de una aspiración absolutamente pertinente y legítima. No obstante, su materialización y su viabilidad quedan lesionadas desde las más altas instancias educativas. O dicho en otros términos: es el propio sistema educativo el que debilita y expulsa de su seno la educación artística.