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El presente número cinco de la Revista Sonda es un número editado en unas circunstancias
especiales.

El etnólogo francés Marc Augé afirmaba que los procesos de globalización están transformando
profundamente las categorías más esenciales de las que disponemos para relacionarnos
con la realidad: el espacio y el tiempo, quienes a su vez nos permiten identificarnos
y reconocernos como individuos. Este marco de cambio sobre lo que somos, y, por tanto
sobre lo que hacemos, revierte también en actividades como la investigación y la docencia.
Y revierte de un modo que podemos definir como complejo, mediante conexiones que aparentemente
no guardan relación entre sí. El mundo globalizado es el de las sociedades del
conocimiento. La investigación ha de saber dar responder a cómo emplean nuestras sociedades
los conocimientos que generan, valiéndose de su actividad inherente a la obtención de
certezas. En cualquiera de los casos, la vida cambia. Y sin embargo, en los lugares del saber
prevalecen estructuras medievales, sistema pedagógicos decimonónicos, clasificaciones artificiales
y predigitales de los conocimientos, excesiva atención de los aspectos cognitivos de
la educación y menos, o insignificante, la dedicada a los aspectos actitudinales y afectivos de
la enseñanza.