RESUMEN
El proyecto nacional comenzado por la Revolución y el paradigma estético hegemónico fosilizan la escritura/lectura, creando una belleza artificial fundamentada en la facultad de la representación, en la capacidad de comunicación, en la coherencia del sujeto y en la fusión de Estado y Nación. Ante esta construcción, la literatura cubana reacciona, iniciando un paulatino cambio de paradigma poético que comienza a materializarse a partir de los años ochenta. La labor de Reina María Rodríguez en este proceso resulta clave. Este artículo traza un recorrido a través de su producción, la cual pone en jaque estas estructuras a través del cuestionamiento del lenguaje, planteando su relación conflictiva con lo real. En sus textos las palabras aparecen desarticuladas, rotas; el poema se disloca; el lenguaje se fisura. Su escritura trabaja con el límite -entre lenguas, entre géneros, entre significados-, abriendo agujeros –rajaduras- en un sistema de representación en el cual le es imposible reconocerse.