Las relaciones entre el cine y la pintura han sido siempre muy estrechas, especialmente durante el primer periodo del cine de orígenes. Aunque esta relación le facilitó al cine un lenguaje rico en recursos, esta herencia pronto acabó limitando las posibilidades propias del medio, incapaz de superar la frontalidad del cuadro pictórico. El proceso de liberación del encuadre fue largo y costoso, y aunque los primeros intentos por acabar con el plano-cuadro aparecieron muy pronto, la aceptación por parte del espectador tardó más en llegar, especialmente en lo referente a la fragmentación del espacio y a la aparición de primeros planos. Debido a esto, el cineasta debía encontrar recursos mediante los cuales sacar provecho a las posibilidades del encuadre cinematográfico sin permitir que el espectador dejara de percibir la imagen como una representación creíble y coherente. De esta forma, los primeros ejemplos de primeros planos nacieron estrechamente ligados a la propia narración, necesitando una justificación dentro de la misma que introdujera estos planos sólo cuando un personaje miraba a través de algún tipo de lente. En este artículo estudiaremos algunos de estos primeros ejemplos del primer plano en el cine, analizando así cómo consiguieron introducirse finalmente en la representación cinematográfica.